martes, 29 de noviembre de 2011

Su nueva novela, la escuela, la literatura y el cine


ENTREVISTA A ALESSANDRO D’AVENIA
www.wuz.it / Sandra Bardotti, 8 de noviembre de 2011

Cosas que nadie sabe es la segunda novela de Alessandro D’Avenia, quinta de 1977, “escritor y profesor perdidamente enamorado de la realidad”, como él mismo ama definirse. Con esta nueva historia D’Avenia profundiza en un diálogo, empezado ya con Blanca como la leche, roja como la sangre, sobre la adolescencia, la escuela, la literatura, el amor, el sentido de la vida. Le hemos preguntado qué piensa del sistema educativo actual [italiano, ndt], qué aprende de los jóvenes con los cuales está en contacto cotidianamente, qué representa la literatura en la vida de un hombre.

Cosas que nadie sabe pone la adolescencia en primer plano como en tu primera novela. Se trata de un período de la vida muy complejo, durante el cual se entra poco a poco en la vida adulta. Se habla mucho de adolescencia pero, con frecuencia, se hace superficialmente, garantizando lugares comunes que solo en pequeña medida se corresponden con la realidad. El éxito de tus dos novelas demuestra que la vía que has elegido para describir esta fase de la vida y la seriedad con la que la estás recorriendo es la justa: contar la experiencia de los jóvenes penetrando en su universo. ¿Por qué has elegido hablar de la adolescencia? ¿Qué das y qué recibes de ellos diariamente a través de tu trabajo? ¿Qué funciona y qué no en la escuela de hoy?


D’AveniaLa adolescencia es el florecer de una vocación. Es el periodo terrible y mágico en el cual descubrimos nuestros puntos fuertes y nuestros límites, vamos a la caza y captura del sentido de nuestra existencia y nos interrogamos acerca del para qué vale la pena jugarse la vida. Creo que es esto lo que buscan los jóvenes: una vida llena; y la plenitud de una vida depende de la alegría que supone realizar la novedad que somos cada uno de nosotros. Los adolescentes no son como se nos cuenta: amorales, superficiales, materialistas… Se vuelven así por la ausencia de maestros y de desafíos verdaderos. He visto cambiar a muchos y yo mismo he cambiado gracias a mis maestros. De mis chicos recibo la obligación de ser auténtico todos los días: estoy llamado a vivir aquello de lo que hablo, y ellos lo pretenden. En la escuela de hoy hay muchas cosas que no funcionan. Tengo una idea de reforma a coste cero. Primero, tener la puerta de las aulas abiertas para que todos vean lo que hace un profesor en clase. Segundo, preparar la lección (no todos se las preparan). Tercero, implicarse en primera persona en aquello que se dice: si Dante no cambia mi vida no tiene sentido enseñarlo. Cuarto, tener en cuenta el destino de cada alumno, ayudándolo a descubrir sus puntos fuertes y a convivir con sus puntos débiles. Quinto, sonreír. Sueño con una escuela que no sea un amortiguador social o una reserva de votos para los políticos, sino una fragua de vidas valientes y enamoradas de la verdad, el bien y la belleza. Sueño con una escuela en la que no se dé la misma “menestra” a todos sino que se construyan recorridos personales. Sueño con una escuela en la que padres, profesores y estudiantes colaboren realmente: es el único “triángulo amoroso” en el que, si todos se aman, son felices. Esta escuela ya existe, pero necesitamos ampliar sus confines.

¿Cuándo ha sido importante el intercambio de opiniones que aparecen en tu blog (también desde el punto de vista de la reconstrucción de la jerga adolescente)? ¿Ha inspirado mucho tus novelas?
Mi blog es un laboratorio de reflexión, de intercambio de ideas, de historias. Los chicos están dispuestos a ponerse en juego, a veces más que en clase. Tienen menos miedos puesto que están protegidos por una pantalla. Muchas de las “Cosas que nadie sabe”, mi nueva novela, esconden las preguntas imposibles de los chavales. Afortunadamente, ellos siguen teniendo el valor de plantearlas.

Una cita en un epígrafe particularmente significativo abre Cosas que nadie sabe. Son dos versos extraídos del libro XVI de la Odisea, cuando Ulises se desvela a su hijo Telémaco: “Si los mortales pudieran elegir todo por sí mismos/ elegirían el día del regreso del padre”. La referencia a la trama del libro es evidente, pero en las palabras de Telémaco hay un núcleo de sentido –presente sutilmente a lo largo de toda la novela y es un motivo muy importante– que va más allá de la búsqueda material de un padre perdido y la reconstrucción de un orden familiar: se trata de la búsqueda del Padre, de la figura simbólica que transmite la lección y entrega un testigo a los Hijos. Ya hace tiempo que vivimos en una época sin Padre. ¿Cuánto les falta esta figura a los adolescentes? ¿Qué es lo que NO enseñan hoy en día los Padres a los Hijos?
¿Es la crisis la que ha robado el futuro a los jóvenes? No. No confundamos lo exterior con lo interior. La crisis traerá más hambre, obligará a no conformarse con el bienestar para ser felices. El futuro de los jóvenes lo roban los adultos que no les miran, los adultos que ocupan puestos de poder y les da igual el bien común, los adultos que construyen un dique para impedir el acceso de los jóvenes al mundo del trabajo, los adultos que no están dispuestos a ponerse al servicio de la generación venidera pasando el testigo. Hay muchos Cronos, sentados comiéndose a sus hijos, que ellos mismos han traído al mundo. Un padre verdadero da la vida por sus hijos, no los devora, no devora su futuro. Mi vida está llena de significado gracias a los padres que he tenido: mi padre y mis maestros.

No solo los adolescentes son los protagonistas de tus novelas, aunque tus reflectores se dirigen de manera particular a ellos. Todos estamos en búsqueda de algo que nos lleve a aferrar el sentido de la vida. También los adultos. Por tanto, existen “cosas que nadie sabe”.
Se dirigen a los adolescentes porque normalmente son ellos los que despiertan a los adultos de su torpeza, aunque con gestos extremos e imprudentes. El dolor, la muerte, un amor que se rompe, un amor que empieza, el miedo, la felicidad, Dios. Prácticamente todas las cosas más importantes nadie las sabe con exactitud. Hay preguntas que mis alumnos me hacen cada día y hay preguntas que a veces los adultos olvidan o no quieren afrontar. Sin embargo, es precisamente la búsqueda de una respuesta lo que da a la vida un significado. De otra manera nos aburrimos.

Tu novela está llena de referencias literarias, antiguas y modernas, desde Homero al Apocalipsis, de Shakespeare a Hölderlin, a Salinas. En Cosas que nadie sabe, como también en Blanca como la leche, roja como la sangre, hay un personaje que es una pieza fundamental de la arquitectura narrativa: el joven profesor, que sabe captar el sentido de los libros, pero no consigue poner en orden su propia vida. ¿Por qué es importante la literatura? ¿Qué podemos aprender de la gran literatura? ¿Cuál es tu experiencia en este sentido?
La literatura nos libera de ciertos automatismos a la hora de pensar. Hace inteligente nuestro corazón. Mantiene vivas las preguntas fundamentales. Nos vuelve empáticos de cara al mundo y a los demás. Y nos hace dormir en paz... Veo a tantos jóvenes “encenderse” frente a páginas de los clásicos: su sed de sentido encuentra satisfacción y compañía. Y después, como decía Tolstoi en la carta que cito en los agradecimientos del libro, “la finalidad del arte no consiste en resolver problemas, sino en obligar a la gente a amar la vida”. Si me dijeran que puedo escribir un libro en el que puedo demostrar como verdadero mi punto de vista sobre todos los problemas sociales, no perdería una hora por una obra de ese estilo. Sin embargo, si me dijeran que lo que escribo será leído dentro de veinte años por aquellos que ahora son niños y que se reirán, llorarán y se enamorarán de la vida en mis páginas, entonces dedicaría a esta obra todas mis fuerzas”. Escribo por esto.

¿Puedes darme algún anticipo de la película que se estrenará en 2012, basada en tu primera novela Blanca como la leche, roja como la sangre? ¿Te has ocupado de la escenografía? ¿Seguirá fielmente el libro?
He seguido la redacción del guión e intentaré seguir, dentro de lo posible, el rodaje. Todavía es demasiado pronto para decir algo. Seguirá el libro, pero ser fiel a la hora de traducir un libro en una película no quiere decir hacerlo igual, sino repensarlo como si hubiera sido concebido por primera vez en ese nuevo lenguaje. Hemos trabajado así. Por tanto, no faltarán las sorpresas. Quien ha amado el libro se sentirá en casa.

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