lunes, 3 de diciembre de 2012

¿Qué ha supuesto para todos los que asistimos?

Los días 23 y 24 de noviembre celebramos el II Congreso Internacional de Educación bajo el lema “Es posible conocer, es posible construir”, organizado por varias realidades educativas (la Fundación Internacional de Educación, el Colegio Kolbe, el Colegio Newman, las asociaciones de profesores ARCYP y Universitas, y otras entidades del ámbito educativo) y dirigido a padres y educadores. En él participamos unas trescientas personas procedentes de distintos centros educativos, ámbitos y países.
Llegamos el primer día esperando encontrar una respuesta a esta pregunta: ¿podemos hoy conseguir que nuestros alumnos se interesen por conocer lo que les rodea, conocerse a sí mismos y suscitar en ellos una sed por la verdad? 


Ferrán Riera, asesor pedagógico de las Escuelas del Obispado de Vic, y Christopher Bacich, profesor de Historia de un centro neoyorquino, nos lo dejaron claro: es posible en cualquier situación. Ellos, comprometidos consigo mismos y con la realidad social en la que viven, lo hacen posible. Nos devolvieron la energía que muchas veces nos falta para implicarnos y para no renunciar a la tarea. Si para ellos ha sido posible, ¿por qué no puede serlo para cada uno de nosotros?


Marco Bersanelli, profesor de Astrofísica, nos mostró el método, el cómo. Partió de un hecho: es posible conocer. Nosotros, que somos “un grano de polvo” perdido en el Universo, tenemos la capacidad de conocerlo. Y esto es maravilloso, un misterio que nosotros ni comprendemos ni merecemos.

Nos hizo caer en la cuenta del valor que tiene nuestra labor. Nos enseñó la inmensidad del Universo y su grandeza, para acabar diciendo que hay algo más grande que este Universo: el hombre. Afirmó que el hombre es el vértice de la creación de Dios y por tanto los educadores, que nos ocupamos de la realidad humana y de su desarrollo, colaboramos con la creación en su punto más alto. Enseñar es transmitir a los jóvenes lo mejor de lo que la humanidad ha sido capaz, la conciencia de lo que nosotros somos y lo que es lo humano.


Planteó que el interés que podemos suscitar en nuestros alumnos debe partir del interés y de la admiración que nosotros tenemos ante lo que enseñamos. Ensimismarnos con lo evidente, con lo que ya sabemos, precisamente porque lo podemos conocer y lo conocemos. Nos provocó para que confiáramos en nuestros alumnos, porque ellos necesitan que confiemos en su propia capacidad de juzgar. Nos alentó para no detenernos ante nuestros límites, sino para aprender a relacionarnos con ellos. Nos zarandeó para que buscáramos modos de dar nuestra materia de manera que sea más comprensible para nuestros alumnos y más satisfactoria para nosotros. Insistió en que en la labor de educar no podemos estar solos. Concluyó afirmando que el signo de que estamos educando es la alegría como conciencia última de uno mismo. Ésta, dijo, es la verdadera esperanza para el futuro.

Las ponencias que cerraron el congreso plantearon la importancia de mirar a nuestros alumnos tal y como son, así como sus circunstancias para poder educarlos; y nos animaron a aprovechar las posibilidades que nos brindan las nuevas tecnologías.


También hubo tiempo para disfrutar de la belleza gracias a la exhibición de baile flamenco del grupo “Entre Palmas”. A través del baile nos mostraron que el flamenco, como cualquier otro arte, al igual que la educación, no es sólo una técnica sino la comunicación del propio yo.


Fue, sin duda, sorprendente y conmovedor para todos los asistentes la participación de un grupo de alumnos de la ESO y Bachillerato de distintos colegios que, junto a profesores, elaboraron y sirvieron la cena-cóctel de la noche y la comida del día siguiente. La satisfacción que expresaban sus rostros y la delicadeza con la que llevaron a cabo su trabajo es sin duda un testimonio muy esperanzador de que, efectivamente, es posible educar hoy.


Tras este congreso, todos tenemos ganas de que llegue la próxima clase, el reencuentro con nuestros alumnos y con nuestras asignaturas. Con el deseo de que todo vuelva a ser nuevo. Con la necesidad de renovar nuestra metodología y, lo más importante, con el deseo de comprobar que podemos educar y por tanto construir un bien para todos.


http://www.revistahuellas.org/default.asp?id=347&id_n=4637