viernes, 12 de enero de 2018

EDUCAR. LA BELLEZA DE DAR TIEMPO PARA MIRAR


Primero de los tres encuentros organizados por Arcyp (Asociación para la Renovación Cultural y Pedagógica) para afrontar los capítulos sobre educación del libro "La belleza desarmada"

El Colegio Mayor Roncalli de Madrid acogió a finales de octubre el primero de los tres encuentros con los que en este curso Arcyp pretende afrontar la tercera parte del libro La belleza desarmada de Julián Carrón, dedicada a la educación, más concretamente a la emergencia educativa.

El título del capítulo tratado en esta ocasión es la frase con la que Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, nos ha enseñado a definir la educación: Introducción en la realidad según la totalidad de sus factores. Los invitados para la ocasión era tres profesores de distintos niveles académicos: Manuel Folgado, de primaria; Lluís Bou, de secundaria; y Antonio Bustos, de economía en la facultad de derecho. 

El encuentro se desarrolló en torno a tres preguntas. En la primera se les pedía un diagnóstico de la situación actual; y cómo creen que se puede responder a la emergencia educativa que vivimos. Todos manifestaron que el mundo en el que viven nuestros alumnos supone un gran desafío hoy. Tiene como rasgos, por ejemplo, la velocidad a la que se exponen a las vivencias y los continuos cambios a los que otras generaciones no se han tenido que enfrentar. Esto para Manuel, en primaria, «supone una obsolescencia total porque los patrones desaparecen y no saben dónde mirar; y eso crea una desafección con la realidad». Lluís puso sobre la mesa un dato con el que «se tienen que pelear actualmente todos los adolescentes, una frustración de la que muchas veces no consiguen salir adelante: cómo se miden o cómo son medidos; y esto les hace daño». 

Todos coincidían en que existe una sobreinformación que no saben usar y que no les ayuda a la hora de afrontar su vida. Ni siquiera en la universidad, que les prepara para desarrollar ciertas habilidades, pero no les hace personas porque no llegan a conocer la realidad en su conjunto. Antonio describía la pertinencia de la definición de educación que refiere este capítulo de La belleza desarmada. «Es terrible porque van dejando todos los elementos de la realidad que se van encontrando, sin llegar a aprender nunca la realidad en su totalidad». Esto al final anestesia el deseo. Y haciendo referencia a uno de los ejemplos que Julián usa en el libro, dijo de sus alumnos: «Los muchachos con los que yo trabajo no conocen el juguete que tienen entre las manos, pero en lugar de enfadarse lo tiran a un lado y agarran otro juguete; porque la realidad les ofrece inmediatamente juguetes que pueden sustituir por el que han despreciado».


Vídeo del primer encuentro sobre la parte educativa de ''La belleza desarmada"
Ante esta situación, ¿de dónde partir? Todos afirman que los chicos están bien hechos y que se pegan a las cosas que les hacen felices. El profesor Antonio Bustos señaló su disponibilidad para enseñar a los alumnos a no tener miedo, a buscar la verdad, a estar al lado de sus deseos. Ante un alumno de derecho que le planteó que las gráficas de economía se le daban fatal, Antonio le respondió: «Pues mira qué suerte; tienes todo el cuatrimestre para trabajar ese déficit tuyo. Vamos a trabajarlo juntos y verás cómo al final eres capaz de hacer gráficas mejor que nadie». Y el chico lo consiguió. Él desafía constantemente a sus alumnos a no despreciar ningún conocimiento; al contrario, a abrirse a todos para que su persona esté mejor pertrechada, pues el proceso de aprendizaje nunca acaba. «Recuerda –dijo después de una provocación en clase– que tienes que conocer el derecho conociendo el mundo social en que se mueve, el mundo histórico en que se mueve, el mundo económico en que se mueve... todas esas realidades son útiles para entender la realidad. Y así comprender también lo que otras personas te pueden aportar». 

En la segunda pregunta nos interesaba era saber si ese nexo de nuestro ser con la realidad del que habla el autor de La belleza desarmada es tan determinante para el conocimiento. Resultó ser absolutamente necesario a ojos de nuestros tres ponentes. Por ejemplo, Manuel habló de la belleza y la alegría de los más pequeños que, cuando descubre este nexo, afirman: «¡Era verdad!»; o cuando en una clase se producen los “ajajanes” (¡ajajá!), como onomatopeya de “ahora lo entiendo”. Nos cuenta Manuel cómo conocer la realidad les hace conmoverse frente a su presencia porque existe y porque tiene una belleza que descubren y hacen suya. «Se despierta la conciencia a través del conocimiento por lo que es bueno, bello, sublime, perfecto y es irremediable no pegarte porque ves una evidencia, una certeza. Están deseando algo que se sostenga». Y así nos narra una anécdota de un día que salieron al campo y una alumna le pidió ir más despacio. Al preguntarle por qué quería ir más despacio, contestó: «es que me ha gustado tanto que necesito más tiempo para mirar». El nexo es aquello que me impulsa a contemplar la belleza que me corresponde. Es necesario ayudarles a vivir y vibrar ante la realidad para que su belleza les cambie. Para este maestro sucede así ante «un sistema de perfección y equilibrio sublime, como la creación, porque las cosas están hechas, están bien hechas y están hechas para ellos».

En la tercera pregunta observábamos cómo para muchos educadores la posibilidad de responder a esta emergencia educativa depende de normas, de nuevas metodologías, de nuevas tecnologías, etc. Sin embargo, el autor lo sitúa en nuestra responsabilidad como testigos, es decir, como alguien que ha vivido algo bello y lo cuenta; y por eso preguntábamos a nuestros ponentes ¿qué importancia tiene para ellos tanto educativa como formativamente esta responsabilidad de ser testigos?

Todos expresaron que la educación depende de este ser testigos más que de ninguna otra cosa, tal como dice también el Papa Francisco. Y aquí pudimos ver en acción a tres testigos porque cada uno testimonió cómo se conmueve por las circunstancias en las que viven sus alumnos, acompañándoles a buscar la verdad, reconociendo que todos aprendemos de todos: también ellos tres de sus alumnos.


La clave de esta responsabilidad para ayudar a los alumnos a despertar ante la belleza de la realidad es una educación que consista en «una relación de confianza que se establece con el profesor y te permite hacer un camino de libertad, de acceso a la verdad en la libertad», apunta Lluís Bou. Para que el profesor se muestre vivo es necesario a su vez que esté acompañado. Continúa Bou: «Lo único que me permite entender a qué estoy llamado es tener amigos; por eso tener a Julián Carrón como compañero de camino me interesa, o tener dos nuevos compañeros de camino en estos compañeros de mesa», dijo refiriéndose a los ponentes que le acompañaban en ese momento. 

Porque afirmar, como afirma Daniel Pennac en Mal de escuela, que «educar se conjuga en presente de encarnación» es hacer depender la educación de una relación y no de una técnica, por muy buena que sea. Y eso no es un discurso sino el testimonio de un camino de certeza que uno propone delante de sus alumnos. «Sin seguir a otros no cambio –decía Lluís–. Por eso, lo más pertinente para ellos es una promesa igual a la que yo necesito que se me recuerde cada día, la promesa de las promesas, la de uno que ha dicho: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”». Esto hace que la tarea del educador merezca la pena. 

El encuentro terminó con el testimonio de una estudiante de Bachillerato, María, que contó cómo había cambiado su vida al encontrarse con profesores que, a través de lo que le explicaban en materias como literatura o filosofía, la hacían sentir que estaban hablando de ella. Por eso, empezó a pegarse a ellos y así cambió su relación con el colegio en general y con las materias y profesores en particular; y ese cambio le ha permitido comenzar a ser protagonista de su proceso de aprendizaje y de su vida. 

Tras la belleza de este encuentro, esperamos el próximo que está previsto para el segundo trimestre de 2018 y en el que abordaremos el capítulo 11 de La belleza desarmada, “El punto candente”

Mª Carmen Carrón 
(presidenta de ARCYP)