Carmen Carrón
La crisis es un hecho y como toda realidad que se mira con lealtad se convierte en una ocasión para desenmascarar toda la parte ideológica que vivimos y que se nos adhiere como la ganga a la mena de lo que vale en la vida. Ahora vemos con más claridad las cosas que son un bien para nosotros por el simple hecho de que existen. Como frente a una situación personal crítica queda en evidencia quienes son amigos de verdad, frente a esta situación de crisis estamos impelidos a ver lo que responde en la experiencia y lo que no.
Esto tiene una validez igual o mayor en la escuela, donde la crisis que está sufriendo la enseñanza estatal está haciendo emerger que lo que verdaderamente está en juego es la educación, es decir, la relación profesor-alumno y no los medios.
Esta semana volvemos a tener movilizaciones sólo en la Comunidad de Madrid, aunque al principio se dijo que se respetaría el tiempo de la campaña electoral para que no se confundieran las reclamaciones estrictamente educativas derivadas de las instrucciones de principio de curso, con un asunto político.
La verdad es que al principio se dijeron muchas cosas y poco a poco la faz del problema ha cambiado: primero era la falta de recursos que hacía perder una parte importante de la oferta educativa de los centros; ahora se reduce a un problema horario (dos horas más y las guardias mal compensadas). Y, sin embargo, se están poniendo de manifiesto una serie de secuelas que todos vivimos: una tristeza grande, dificultades en las relaciones personales entre compañeros, deterioro de las condiciones de trabajo (gente que colaboraba el año pasado y que ahora no puede trabajar junta), debilitamiento de los equipos directivos que han perdido capacidad de liderazgo o se han amoldado a las propuestas de los que más gritan, etc. Además de la cantidad de horas de clases que están perdiendo los chicos. La falta de libertad es directamente proporcional a la crispación. Y a esto lo llamamos defender la "escuela pública". ¿No será que la crisis en el fondo es de otro tipo?
Lo ejemplificaba de forma sorprendente el periódico El País. En la contraportada publicaba la preciosa experiencia de un profesor de Cantabria.
Publica este artículo porque ha sido requerido por "numerosos lectores a que refleje el trabajo de los docentes que se dejan la vida sin contar las horas que dedican, con sus alumnos". Lo cual manifiesta que necesitamos ver delante de nosotros que cualquier realidad, también la educación tal y como está, contiene una positividad, ya que consigue hacer entender mejor de qué se trata y nos mueve a responder con lo que tenemos, lo más auténtico, lo más humano. Como le sucede al profesor protagonista de la contraportada de El País.
Para Manuel de la Fuente, los chicos conflictivos son una ocasión y no una objeción. Un ejemplo de cómo afrontar una situación que para muchos es cuestión de medios. Él, en cambio, juzga la realidad desde donde comienza todo cambio posible, la persona de los chicos: "Si encuentras algo que realmente le interese al alumno ya te lo has ganado, ya no le importa las horas que tenga que hacer".
Esta creatividad nueva evidencia una mirada distinta a la persona. Conoce perfectamente el límite de los chicos pero no le frena como a tantos otros, porque el primer reconocimiento es que son un bien, que están bien hechos. Y confiando en ellos provoca su curiosidad, su exigencia de aprender; porque los chicos están hechos para que la realidad les atraiga y él les pone delante una belleza que les atrae. Y esto es lo más sorprendente: en educación todo depende de este instante de gracia donde el chico desmotivado, al que nos referimos, encuentra algo que es para él. Que le atrae, le mueve, le cambia.
Reducir este momento espectacular a una cuestión de medios, como hace de rondón el periodista -aunque Manuel nunca lo diga- es no entender de qué se trata, cuál es la vocación de la que habla después.
De hecho, él afirma que los buenos docentes que lo son por vocación, "son unos supervivientes". Y es cierto; porque uno no sobrevive solo. Es impresionante la dedicación de nuestro amigo de Cantabria pero, dado que la vocación no se sostiene automáticamente, para no sucumbir a la cultura dominante, al desánimo, es necesario sostenerse a través de una realidad asociativa.
Esta red asociativa genera un pueblo que no depende de los políticos para educar y educarse. En nuestro caso esta asociación se llama ARCYP (Asociación para la Renovación Cultural y Pedagógica)
Por eso nosotros, un grupo de amigos profesores, educadores y padres, nos reunimos para sostenernos en la posición educativa que nos parece más humana y juzgar juntos lo que ocurre en la escuela estatal. Porque nos interesa todo lo que tenga que ver con la educación.
Y nos interesa entrar los lunes como Manuel: "Pero el caso es que cada lunes vuelve a haber clase y chavales a los que educar, para los que encontrar ese clic que les despierte...".
Y nos interesa de cara a las próximas elecciones preguntarnos quién apoya experiencias e iniciativas nacidas de la creatividad del asociarse de un pueblo. A este nos interesará votarle.